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¿Cómo reconstruir la confianza perdida? Policía, Ciudadanía y El Monstruo

Mantener la confianza es un asunto delicado. Reconstruirla puede parecer imposible, sobre todo cuando la violencia, la ignorancia y el aislamiento incrementan el recelo. Fundamental para el desarrollo saludable de una democracia es la relación entre la ciudadanía y la policía. Tristemente, la evidencia histórica pareciera estar en contra de toda posibilidad de unión entre ambas. La brutalidad policiaca alrededor del mundo es innegable —el indignante asesinato de George Floyd en Minnesota por un policía es un ejemplo paradigmático de este torbellino. Dicha enfermedad estructural se relaciona con los peores males de la sociedad —racismo, clasismo, machismo, homofobia, corrupción... México no es la excepción, décadas (sino es que siglos) de pésima administración pública, crimen organizado, deterioro institucional y visiones reduccionistas han y siguen afectando a nuestro sistema de seguridad. Pero, ¿vamos a llegar muy lejos si sólo reconocemos la podredumbre y nada hacemos para limpiarla?



No sólo es ridículo pensar que cada policía en este país es corrupto/a, sino también dañino. Existen excelentes elementos —y esto último lo afirmo no únicamente usando una forma retórica vana, sino por experiencias pedagógicas y de investigación propias con agentes de seguridad a lo largo del país. Sin embargo, la desconfianza tampoco se resuelve con simplemente exaltar lo bueno en contra de lo malo. Estamos lidiando con un monstruo abismal y sistémico, de múltiples bocas repletas de calumnias, cientos de ojos infames e hipócritas, que amenaza con la destrucción de nuestra paz. Para hacerle frente, propagandas de odio o amor jamás serán suficientes ni útiles. Debemos ser más inteligentes, más valientes y más empáticos que eso.


Por un lado, una reforma policiaca a nivel federal (global aun) es necesaria. Deben establecerse mejores protocolos de alistamiento, entrenamiento y monitoreo psicológico. La educación policiaca debe incluir filosofía, ciencia y arte. Además, debe ser un proceso en constante regeneración y en cooperación con otros sectores de política pública —salud, turismo y educación, por mencionar algunos. Por supuesto, esta transformación también requiere congruencia: aquellos y aquellas policías que han traicionado su noble pacto deben ser traídos ante la justicia. Y una vez hayan saldado su deuda con la sociedad, no se debe estigmatizar al cuerpo policiaco en su conjunto, ello sólo alimentará al monstruo de resentimiento.


Si bien la necesidad de una reforma es imperiosa, hay otra obligación social más esquiva: transformar la percepción hacia la policía. Esto no es únicamente responsabilidad del sistema de seguridad, sino también de la ciudadanía. Para ello, debemos desatar nuestra imaginación crítica y afrontar los puntos ciegos —aquellos pensamientos y comportamientos de los cuales ignoramos sus orígenes y consecuencias, los cuales nos conducen a errores, crueldad y pereza mental. Esto implica que no podemos permitirnos cometer la falacia lógica de condenar a un sector entero por las vulgares prácticas de ciertos elementos —aunque estos “ciertos” puedan parecernos “muchos”. ¿Nuestras afirmaciones sobre la putrefacción generalizada se basan en la evidencia y el argumento bien construido? Se suele pensar que un/a policía es un agente de la opresión. ¿Pero acaso también no podría ser oprimido/a? ¿Acaso quienes hacen su labor con honestidad y pasión no merecen nuestro respeto? ¿Sobre todo si reciben sueldos mediocres, se exponen a heridas o la muerte (y actualmente, a contagiarse de COVID-19), ponen en riesgo a sus familias, enfrentan al crimen organizado con herramientas deficientes y encima reciben el insulto?



Las trincheras que he elegido para afrontar al monstruo son la educación y la investigación. Soy director de Laboratorio en Movimiento, iniciativa con sede en San Cristóbal de Las Casas y con proyección internacional. A través de la divulgación y producción del conocimiento, la ciencia y el arte, combatimos la pandemia de puntos ciegos (la cual ya existía mucho antes que nuestros terrores actuales). Actualmente, dirijo una intervención con comandantes de policía en 4 ciudades de México (representando al Norte, Centro, Sureste y Península). A través de medios virtuales, busco aprender de cada sistema y de cada persona para adaptar mis contenidos y métodos de enseñanza. La intervención consiste en una exploración sobre el estrés. Con ello, no sólo busco que cada participante sepa cómo lidiar mejor con las dificultades de cada día a nivel personal y organizacional, sino que también comprendan cómo el estrés también es un fenómeno social con una distribución desigual en la población. Hay quienes son más vulnerables a sufrir los efectos adversos del estrés tóxico y crónico debido a múltiples factores (género, raza/etnia, profesión, nivel socioeconómico, estado de salud, aspecto físico…). He discutido estos y demás temas fundamentales —brutalidad policiaca, corrupción, discriminación y violencia de género al interior de la organización, etc.— con mis participantes. Mi intención es que al unísono, investigadores y policías, generemos recomendaciones replicables para transformar el sistema y la percepción. Los resultados, una vez concluido el proyecto, se harán públicos tanto en Español como en Inglés y se hará una activa campaña de difusión e impacto. Así, espero que la ciudadanía se sume a este esfuerzo de imaginación y acción.


Pese al gran esfuerzo que tanto los cuerpos de policía participantes como el equipo de Laboratorio en Movimiento hacemos, no es suficiente. Mi investigación y escritura son entonces una llamada a la colaboración. Si estás leyendo esto sé que puedes ayudarnos. Hay ocasiones en las que me siento rebasado por la indiferencia y la iniquidad monstruosas. Entonces me pregunto: ¿valdrá la pena? ¿No estaré estrellándome contra molinos de viento? Pero, como la Rana René de aquellos famosos memes del pasado, pienso en ello y luego se me quita. Me sentiré satisfecho con que le cortemos siquiera una o dos cabezas al monstruo.



Facebook: @laboratorioenmovimiento


Fotografía de patrulla en llamas: John Hanley, 26 de Junio de 2010

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